5- EL MUNDO BOCA ABAJO

 ¿Somos capaces de reconocer una firma o un texto escrito por nosotros mismos cuando esta invertido?.

Haz la prueba o intenta leer este texto de Bécquer, o intenta reconocer la firma de la imagen superior de un famoso científico.  Es una tarea bastante difícil.



Nuestra mente lógica no consigue encontrar las claves para descifrar estos garabatos, ya que no identifica los símbolos familiares de las letras y solo percibe líneas rectas y curvas, ángulos y trazos y pronto se desinteresa por esas formas sin significado.

Entonces se pone en marcha nuestra mente global gráfica e intuitiva y se hace cargo de las formas sin buscar ningún significado, viéndolas como un dibujo.

Los falsificadores de firmas lo saben y copian la firma que quieren falsificar invirtiéndola y copiando sus trazos y sus formas, es decir dibujándola en vez de escribiendo el nombre falsificado.  El resultado a menudo es indistinguible de la firma original.

Si vemos un dibujo boca abajo como por ejemplo "La muerte de Séneca" hecho con tinta marrón, tiza negra y una aguada gris por el pintor Rococó Giovanni Battista Tiepolo (Venecia 1697 - Madrid 1770) es difícil de reconocer mas que como un conjunto de manchas, luces y sombras.

Incluso una cara de alguien conocido, puede ser inidentificable vista boca abajo.

Por lo tanto copiar un modelo invertido nos ayudará a dibujar lo que podemos ver: trazos, líneas, ángulos, bordes y espacios, sin interferencias de símbolos y significados.
   
El hemisferio izquierdo ante la falta de conceptos con los que trabajar abandonará pronto su tarea y cederá todo su control a nuestra mente gráfica no verbal.  Empezaremos a ver (y dibujar) como lo hacen los artistas.

Vamos a realizar un ejercicio de dibujo invertido para comprobar cómo podemos rechazar el control de la mente lógica y de sus símbolos, e identificar ese estado mental de semitrance, en el que la pintura sale mucho mejor.
Estos son los modelos que se han utilizado en clase, podemos descargarlos e intentarlo de nuevo o buscar también nuestros propios modelos: 


 













 





Primero haremos un dibujo de control, con el modelo en su posición normal (derecho), como lo hemos venido haciendo hasta ahora, y lo guardaremos para comprobar si sale mejor dibujándolo invertido.

Buscaremos un lugar tranquilo donde nadie hable, y escucharemos música suave.  Si tenemos algún compromiso es mejor poner un despertador para que suene antes de la hora ya que en este estado el tiempo pasa sin darnos cuenta. Y ahora, ¡a dibujar!.
Copiaremos línea por línea sus formas ángulos e inclinaciones. Si vemos que aún invertido el modelo nuestra mente busca caras, brazos ó piernas, etc., es una buena práctica tapar la imagen modelo con un papel en blanco e ir copiando nuestro modelo invertido por franjas que iremos descubriendo poco a poco.  Tenemos que copiar lo que ojo ve, líneas y trazos que no significan nada, pero que van encajando unas con otras armoniosamente.



Al acabar (y no antes), demos la vuelta a nuestro dibujo para ver el resultado.Es probable que nos sorprendamos de lo bien que nos ha quedado.  Existe mucha documentación al respecto y Psicólogos y Artistas han realizado experimentos para investigar esta (aparente) paradoja en diferentes grupos de personas, de estudiantes y de universitarios y los dibujos invertidos siempre quedan mejor que los dibujos realizados con el modelo en su posición normal. Únicamente no se aprecian diferencias en el caso de dibujantes expertos.

Probablemente lo que ha sucedido es que el hemisferio izquierdo confuso por no encontrar conceptos y significados cedió la tarea al hemisferio derecho que es el adecuado para la tarea de dibujar, ya que está más especializado para ver imágenes globales como un todo y esta tarea le resulta más fácil y agradable.

Además de conseguir un buen  dibujo, este ejercicio debe ayudarnos a identificar el paso de nuestra mente desde la dimensión lógica y verbal a la dimensión artística e intuitiva. El momento preciso del cambio de nuestro modo de conciencia no se percibe, igual que no percibimos el momento en el que entramos en el sueño cada noche, y además es imposible de describir mediante palabras un estado mental no verbal.

Pero cuando lo experimentamos lo reconocemos y poco a poco mediante práctica podremos situarnos en este estado mental del artista cada vez que tengamos un pincel o un lápiz en nuestra mano.

Siempre que usemos fotografías o dibujos como modelo, podremos aprovecharnos de esta facilidad de ahuyentar a la mente lógica invirtiendo la imagen, pero pronto aprenderemos que dirigiendo la atención a las líneas y a los bordes, y a las imágenes en negativo (los huecos), e intentando no ver, las partes sino la imagen global, el hemisferio analítico cede el control al hemisferio artístico y podemos ver (y dibujar) lo que realmente tenemos delante.
 

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